Los costos del transporte de café desde el lugar de producción hasta su consumo, pasando por beneficiadores, exportadores y tostadores, puede ser un asunto complejo y variable. 

Ante la difícil situación económica que se enfrenta globalmente, en los diferentes eslabones de la cadena productiva se busca optimizar gastos y aumentar el margen de utilidad; sin embargo, el transporte del café parece ser uno de los puntos donde menos ajustes se pueden hacer para enfrentar el aumento de los costos. 

¿Por qué se ha generado esta problemática y qué alternativas podrían surgir para enfrentarla? Para obtener estas respuestas, hablé con Juan Vélez, Q grader y exportador con más de 35 años de experiencia en Colombia, y con Ángel Barrera, encargado de la compra y venta de café verde en Belco. Sigue leyendo y conoce lo que me dijeron.

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La afectaciones en el transporte de café en las zonas productoras

Frente al transporte del café, lo primero a considerar es la particularidad de cada zona productora: la condición de carreteras, acceso al mar y rutas comerciales. A partir de esta red existente, en mejores o peores condiciones, el café debe llevarse de donde se cultiva a los lugares de acopio y, en muchos casos, a los beneficios. Posteriormente, el exportador lo envía al tostador y, por último, llega al consumidor final.

En este proceso, el café pasa por bodegas y almacenes, en mayor o menor número, según la distancia o cercanía entre estos eslabones. Necesariamente, parte de este recorrido debe realizarse por carretera, lo que de entrada implica altos costos en combustible y peajes para los productores o centros de acopio.  

La mayoría de los vehículos utilizados funcionan mediante un recurso cuyo mercado está profundamente afectado en este momento. En Colombia, por ejemplo, “hay una incertidumbre grande porque el gobierno desmontó un subsidio a la gasolina que había tenido Colombia desde hace mucho tiempo. Al quitarlo hay unas subidas, ya programadas, que van a gravitar poderosamente en el transporte”, explica Juan. 

Sobre esta situación, Ángel comenta: “hay productores que nos dicen que antes un camión les cobraba, aproximadamente, US $1000 por un contenedor y ahora les cobra US $2000”. Resulta evidente que el aumento en los costos empieza mucho antes de la exportación y termina por afectar a todos los involucrados en la cadena de valor. 

Otro factor en el incremento de precios en el transporte en América Latina es la crisis asociada a la pandemia del COVID-19. La demanda de servicios de transporte marítimo y mensajería tuvo un alza que derivó en la acumulación de contenedores y en la saturación de las rutas comerciales. Esto, agravado por el atasco del carguero Ever Given en el canal de Suez, crisis de la que aún no se resuelven todas las consecuencias.

¿Cómo enfrentar esta situación?

La primera alternativa que ven muchos tostadores para reducir los costos es la calidad del café; sin embargo, Ángel es enfático en que este es un error que puede salir caro para las marcas. 

Sacrificar el café, el punto central del negocio, más allá de un posible ahorro inicial implica perder credibilidad y poner en peligro las relaciones de confianza que se han construído con los clientes. 

Él recomienda, por cuestiones de rentabilidad, reducir la compra de microlotes y nanolotes, que con seguridad tienen una rotación menor y tienen un público objetivo reducido. En paralelo, se puede mantener la compra de café de al menos 85 puntos, que tiene buena calidad y se consume ampliamente entre los clientes del café de especialidad.

Con esto claro, el foco se ubica en las posibles alternativas de transporte que se pueden considerar teniendo en cuenta que la vía terrestre y marítima está poniendo en crisis la sostenibilidad de muchos en el sector. 

La opción de envío aéreo, ¿es costeable?

Durante la última década, se vio un incremento de cafés aerotransportados pero más atrás en el tiempo, Juan fue el primero en enviar sistemáticamente café aéreo desde Colombia. A él le había llamado la atención una marca disponible en Japón llamada Emerald Mountain, de la Federación Nacional de Cafeteros, y cuyos granos eran enviados por avión una vez tostados. 

Esto lo hizo reflexionar hasta llegar a la conclusión de que tostar en origen podría ser la clave para agregar valor al café y para competir con los tostadores de los países de destino. Ahí, la opción área se hizo fundamental porque era necesario ofrecer “un café fresco de tostión y no mandarlo en un barco a las inclemencias de un sol durante todo un viaje de 30 días y después 15 de tránsito en los puertos. Hasta llegar a su destino podían ser dos meses”. 

“El café se deteriora de una manera impresionante en esas condiciones y cuando llegaba un café de esos no podía competir. Me puse a pensar que si los cafés especiales, los varietales y los cafés de buenos puntajes tenían precios de US $5,0 por libra, o más, era posible sacar entre US $0,80 y $1,50 para pagar un flete. Aún así, quedaban US $4,0 o $3,50”.

En ese sentido, el transporte aéreo tiene una pequeña ventana en la que puede ser un buen negocio. “Aéreamente podemos empacar de 1500 a 2000 kg de café, ya pasar de ahí empieza a ser muy costoso y justifica más bien llevar un contenedor, aunque vaya el 70 % vacío”, explica Juan.  

Por otro lado, el factor medioambiental es un elemento a tomar en cuenta si se quiere considerar el transporte de café por avión, en especial si se planea usar aviones de carga. Ángel explica que la huella asociada de CO2 es muy alta. 

Él señala que el análisis de ciclo de vida busca entender las emisiones que se generan en una cadena productiva. En el caso del café, “dicen que el 50 % de las emisiones se generan en finca, el 10 % en el transporte, considerando que es por buque, y el 40 % por el tueste. Obviamente, si te pasas a un avión, eso va a cambiar y puedes generar muchísima más contaminación”.

“Más o menos, la media de generación de CO2 del café, según un par de análisis que hicimos para unas fincas, es entre 5 y 7 kg de CO2 por kg de café. En las fincas más convencionales, son por los 15 kg. Imagínate lo que haría si le sumas un avión”, sostiene Ángel. 

Otra alternativa pronto disponible: transporte marítimo a vela

El alza de los precios de los combustibles fósiles trajo la resurrección de una tecnología antigua pero eclipsada por la popularidad de los hidrocarburos. Ya desde el año pasado hay noticias sobre el ímpetu adquirido por el desarrollo de veleros de carga como una opción viable a las grandes navieras y sus precios en constante incremento. 

Ángel, justamente, cuenta que desde hace prácticamente 10 años empezaron a apoyar a  una compañía llamada Transporte Transoceánico a Viento (TOWT por sus siglas en inglés) que tiene este proyecto en mente. 

Los barcos proyectados por esta iniciativa tendrán una capacidad de 1000 toneladas de carga, y un valor de veinte millones de euros. Según Ángel, el costo proyectado es de US $0,35 por libra de café. 

“Ahora están construyendo en Polonia los dos primeros barcos de vela y los dos segundos los van a construir en Vietnam. Los primeros buques van a estar finalizados para fin de año y estimamos poder hacer el primer viaje para marzo del 2024”. 

Estará por verse qué tanto alcance puede tener esta alternativa para las exportaciones de café, no solo en términos de costos, sino en accesibilidad, disponibilidad y logística. En principio, dada la coyuntura actual, no parece una idea descabellada. 

Respecto a las proyecciones a futuro sobre la mejoría en las condiciones en los costos del transporte del café, Juan no es muy optimista: “yo no creo, realmente, que en el inmediato futuro vayan a mejorar las cosas, hablemos de dos años o tres años. Creo, más bien, que tiende a agravarse”. 

El impacto a la cadena productiva derivado del alza de precio de combustibles para el transporte, tanto terrestre como marítimo, es muy fuerte. En consecuencia, los exportadores buscan alternativas para enfrentar la crisis pero es claro que algunas de ellas, al menos por ahora, no podrán implementarse a gran escala.

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PDG Español

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