2 de mayo de 2023

¿Puede ser sostenible la producción de café en la Amazonia?

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Brasil es el mayor productor de café del mundo. Según datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, se espera que en 2022/23 produzca 62,6 millones de sacos de café verde de 60 kg

El café se cultiva en varios estados y regiones de Brasil, unas de las más conocidas son Minas Gerais, São Paulo y Espírito Santo. También, se cultivan pequeñas cantidades de café en la selva tropical amazónica, de la que el 60 % pertenece a Brasil.

Durante décadas, la agricultura a gran escala ha sido la causa de los altos niveles de deforestación en la selva amazónica. Los árboles normalmente se cortan para crear espacio para el pastoreo comercial de ganado y la plantación a gran escala de cultivos como soja y maíz.

Teniendo en cuenta esto, debemos preguntarnos: ¿la producción de café agrava los problemas de conservación en la Amazonia? De ser así, ¿qué se puede hacer para mitigarlos?

Para responder estas preguntas, hablé con Marina Yasbek, coordinadora técnica del  Proyecto de Café Agroforestal Apuí en Idesam, y con Fred Pearce, autor de The Land Grabbers: The New Fight Over Who Owns the Earth. Sigue leyendo para saber más sobre la producción sostenible de café en la Amazonia.

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Vista panorámica de la Amazonia

Producción de café y deforestación en la Amazonia

En primer lugar, es importante tener en cuenta que la tala de árboles puede ser una forma de silvicultura sostenible en algunos casos, especialmente cuando se lleva a cabo a escala reducida. Por ejemplo, si los pequeños agricultores plantan árboles y después los talan para obtener madera, pueden plantar nuevos árboles más adelante.

Aunque es difícil determinar con precisión cuánto contribuye la producción mundial de café a la deforestación, hay muestras claras de que ocurre en las regiones productoras de café, incluyendo Brasil.

Hacia 1820, las fincas cafetaleras abundaban en varias partes del país, principalmente en Río de Janeiro y São Paulo, así como en los estados de Minas Gerais, Espiríto Santo y las regiones del norte de Paraná. A lo largo de las dos décadas siguientes, Brasil pasó a ser el mayor productor de café del mundo. 

En consecuencia, la producción de café se extendió masivamente. Se despejaron grandes superficies de terreno para el cultivo de cafetos porque su producción se hacía generalmente en formato monocultivo y en entornos a pleno sol. Esto propició una fuerte disminución de la biodiversidad en ciertas partes del país.

Se cree que las fincas de café se establecieron por primera vez en la selva amazónica en la década de 1970, sobre todo en áreas ubicadas en el estado de Rondônia. 

“Durante este tiempo, familias productoras de café migraron aquí desde el sur de Brasil trayendo consigo sus conocimientos sobre el café”, dice Marina. “Antes de que se llevara a cabo la agricultura a gran escala, había muchas familias que vivían en el Amazonas y que cultivaban en armonía con la naturaleza”.

A medida que la producción agrícola aumentó en la región, comenzaron a surgir problemas ambientales, como la degradación del suelo y la erosión.

Aunque estos sucesos son fuente de problemas en cualquier región del mundo, son mucho más perjudiciales si ocurren en la selva amazónica. 

Según World Wildlife Federation (WWF), el Amazonas representa el 10 % de toda la selva tropical del planeta. Además, alberga el 10 % del total de especies de vida silvestre conocidas y almacena hasta 76 000 millones de toneladas de dióxido de carbono, lo que ayuda a mitigar los efectos del cambio climático. 

Entre 1985 y 2016, se estima que unos 421 774 km de selva amazónica fueron deforestados. Esto ha reducido la cantidad de tierra habitable para miles de especies tropicales animales y vegetales. Además, ha obligado a comunidades locales, tanto indígenas como no indígenas, a desplazarse.

Para frenar la deforestación, se han implementado una serie de políticas y leyes por parte del gobierno brasileño, como el Código Forestal de 1965, que fue actualizado en 2012. Esta ley requería que los terratenientes en la Amazonia respetaran entre el 35 y el 80 % de la vegetación nativa en su propiedad (dependiendo del tamaño y la ubicación del terreno).

A pesar de esto, era difícil de implementar y de hacerle un seguimiento. Por eso, en 2010, se obligó a que las propiedades en la selva amazónica fueran registradas en el Cadastro Ambiental Rural (CAR), un sistema de mapeo del gobierno utilizado para vigilar la deforestación; sin embargo, es difícil determinar con precisión si estos cambios han sido efectivos. 

Por otro lado, también pueden afectar a las comunidades indígenas que han estado presentes en la selva amazónica durante muchos años, desplazándolas injustamente de su tierra natal.

Deforestación en la selva amazónica

¿Qué es el acaparamiento de tierras?

Si bien la deforestación tiene un claro impacto en el medioambiente, otro asunto clave es el concepto de acaparamiento de tierras.

El acaparamiento de tierras se refiere a la adquisición a gran escala de propiedades y tierras, generalmente por parte de empresas nacionales o transnacionales, inversores privados y gobiernos. La tierra adquirida se compra o arrienda, principalmente, para la agricultura a gran escala.

Fred dice que, en la selva amazónica, el acaparamiento de tierras y la deforestación van de la mano.

“Normalmente, la tierra y los bosques (que suelen ser propiedad del estado) se despejan para criar ganado”, dice. “La tierra también se vende a empresas agrícolas comerciales, incluidas las que cultivan soja”.

El acaparamiento de tierras en Brasil se remonta a una medida política de la década de 1970 con la que el gobierno comenzó a ofrecer tierras “gratuitas” a las empresas mineras y agrícolas para estimular el crecimiento económico. Desde entonces, se estima que hasta un 32 % de los “bosques públicos no designados” de Brasil han sido acaparados para uso privado, incluyendo la agricultura.

Sin lugar a dudas, esto ha llevado a niveles crecientes de deforestación, daños ambientales y al desplazamiento de pueblos indígenas y de pequeñas comunidades agrícolas que ayudan a conservar la vida silvestre local.

“El acaparamiento de tierras en terrenos estatales puede ser legal o legalmente ambiguo. A pesar de eso, hay grandes áreas de bosque dentro de los territorios indígenas que son acaparadas ilegalmente”, dice Fred. 

También, se sabe que antiguos gobiernos brasileños facilitaron que las empresas a gran escala y los inversores se apoderaran de tierras. En 2017, el gobierno brasileño reclasificó como legalmente disponibles más de 2500 km2 de tierra en el estado sureño de Amazonas. Según una investigación llevaba a cabo por The Conversation, de todas las reclamaciones de ilegalidad del CAR por tierras públicas no designadas y asentamientos rurales en 2014, el 94 % se habían reclasificado como legales en 2017.

Además, hay evidencias de que entre 2018 y 2022, bajo el anterior gobierno, la deforestación en todo Brasil se vio incrementada. Según Reuters, las tasas promedio de deforestación en ese período aumentaron 60 % en comparación con los cuatro años precedentes.

El gobierno actual ha afirmado que comenzará a trabajar para llegar a una tasa cero de deforestación en Brasil. Su proyecto incluye planes para desarrollar un acuerdo de conservación con los gobiernos de Indonesia y Congo, dos países que también albergan algunas de las selvas tropicales más grandes del mundo. Queda por ver si estos planes finalmente se pondrán en marcha, sobre todo dada la reciente inestabilidad política en Brasil.

Caficultor brasileño

¿La producción de café en la Amazonia es sostenible?

Aunque la mayor parte de la deforestación en la selva amazónica es causada por el pastoreo comercial de ganado y la agricultura, la producción de café forma parte de la ecuación.

El café se cultiva a pequeña escala en la Amazonia y su impacto ambiental es mucho menor que el de la agricultura a gran escala. De hecho, en algunos casos, puede ser hasta beneficioso para el ecosistema local, especialmente cuando se implementan métodos agroforestales.

Esta práctica se basa en la plantación de cultivos (incluido el café) entre árboles y bosques. De esta forma, se obtienen una serie de beneficios para los agricultores y para el medioambiente.

Por ejemplo, la agroforestería consigue que las plantas de café (y otros cultivos) crezcan en condiciones más sombrías. Esto contribuye a mejorar la salud del suelo y a minimizar la erosión. A su vez, esto aumenta el rendimiento, la calidad y el sabor del café.

Además, estas prácticas agrícolas proporcionan más espacio natural para la vida silvestre local y facilita la polinización, ayuda a mejorar la salud del suelo y puede incluso crear sistemas naturales para el control de plagas.

Proyectos agroforestales en la Amazonia

Hay una serie de iniciativas agroforestales en marcha en la selva amazónica. Una de las primeras que se establecieron en la región fue el Proyecto de Café Apuí, que inició en 2015. El proyecto es una asociación entre el Instituto de Conservación y Desarrollo Sostenible de la Amazonía (Idesam) y 30 familias productoras de café que viven en Apuí, en el sur del Amazonas.

A pesar del éxito inicial de la producción de café en la Amazonia, muchos agricultores terminaron abandonando sus parcelas. Una consecuencia de la degradación del suelo, así como de la falta de acceso a equipamiento agrícola adecuado.

“Muchas familias locales nos dijeron que querían volver a cultivar café pero la falta de acceso al mercado y de asistencia técnica hace que no sea rentable para ellos”, dice Marina. “Ya tienen los conocimientos para trabajar con el café pero tiene que ser lo más sostenible posible”.

“Como resultado, Idesam ayudó a estas familias a establecer proyectos agroforestales”, añade. “Si cultivas café sin químicos agrícolas, puedes trabajar en armonía con la naturaleza“.

Marina agrega que estas prácticas agroforestales han ayudado a las familias locales a cultivar café de una manera más rentable.

“Algunas familias han logrado la certificación orgánica, lo que puede fortalecer su marca y su marketing“, explica.

Comunidad cafetera

Abordar los desafíos

A pesar de los muchos beneficios de la agroforestería, también hay una serie de desafíos que los agricultores tienen que enfrentar.

“La tierra en esta región tiene ahora un valor más alto que nunca”, dice Marina. “Hay familias de otras regiones de Brasil que están tratando de comprar tierras en Apuí porque quieren criar ganado”.

La demanda de carne de res y otros productos cárnicos está aumentando con el crecimiento de la población y del consumo mundial de carne. 

El café cultivado a través del Proyecto de Café Apuí es 100 % Robusta y se adapta mejor al terreno sombrío y a altitudes bajas. Esto ayuda a mejorar la calidad general aunque, según Marina, la calidad varía de unos productores a otros.

Para combatir este problema, Idesam organiza talleres y presta asistencia técnica a los caficultores para ayudarlos en la implementación de las mejores prácticas agrícolas.

“Vendemos todo el café que cultivamos pero necesitamos más productores que se involucren en el trabajo que hacemos”, agrega. “La producción de café puede ser una forma efectiva para que las familias locales y nativas permanezcan en sus tierras. También, para preservar el bosque y la vida silvestre”.

Semillas de café

La sostenibilidad es clave en la industria del café en general y la lucha contra la deforestación es un componente importante de ella.

Además, con la reciente aprobación por parte de la Unión Europea de una ley para prohibir las importaciones de bienes vinculados a la deforestación, incluido el café, pronto será financieramente obligatorio para las empresas de café asegurarse de que están cumpliendo su parte.

El impacto de esta ley contra la deforestación en el sector cafetalero mundial es monumental. Para algunas comunidades productoras de café en la Amazonia ya es una realidad.

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Traducido por Almudena Torrecilla Aznar. Traducción editada por Alejandra Soto.

PDG Español 

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