12 de enero de 2023

¿Por qué se da la compra y venta de café entre productores?

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Comprar café a otros caficultores y después venderlo como propio es una práctica usual en los países productores; sin embargo, que sea común, no garantiza que se realice de la manera más ética y transparente. 

Aunque en el pasado este tipo de compra y venta de café era permisible y poco cuestionable, en la actualidad es una práctica polarizante que tiene sus detractores y defensores. Qué tan positiva o negativa sea para la cadena de valor dependerá de la forma en que se lleve a cabo. 

Para conocer un poco más sobre esta dinámica y las opiniones que hay en el gremio sobre ella, hablé con un productor de cuarta generación de Guatemala y con el propietario de una cafetería de especialidad en Perú. Continúa leyendo y entérate de lo que me dijeron.  

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Productores de café

¿Es una dinámica recurrente?

Las relaciones entre productores son muy comunes y suelen tener distintos intereses: a nivel educativo, como la gestión y transferencia de conocimiento; cooperativo, en la compra colectiva de agroquímicos o certificaciones, o con intereses comerciales, como la compra y venta de café. 

Esta última suscita críticas y distintas posturas cuando el intercambio comercial no es el más justo y termina desfavoreciendo al vendedor. Un caficultor guatemalteco, que prefirió reservar su nombre, indica que esta dinámica no sucede entre caficultores de pequeña escala. Normalmente, son los productores grandes quienes requieren del grano que producen los más pequeños para distintos fines. 

Omar Armando Moreno, conocido como El Cafeteador, es promotor del consumo interno de café peruano y propietario de la cafetería de especialidad Barra Cafeteadora, en Lima, Perú. Él cuenta que a través de los viajes que ha realizado a distintos orígenes de su país ha detectado que la compra y venta entre fincas pequeñas es muy habitual para el café de volumen o comercial pero no para microlotes y nanolotes de especialidad. 

“La mayoría son pequeños caficultores privados o de agricultura familiar que tienen una o dos hectáreas y a veces en alguna feria llega algún comprador que le gusta su café pero no llegan a cumplir el volumen. Por eso, se busca en los vecinos o los familiares. Normalmente las familias viven en el mismo monte entonces entre ellos se compran; sin embargo, lo hacen sin descuidar la trazabilidad para mantener la misma calidad o una similar”. 

Él agrega que estas relaciones comerciales no son distintas al modus operandi de las cooperativas de café. “Esto es lo que se da normalmente en las cooperativas porque juntan café de distintos productores, de diferentes partes, simplemente para cumplir el volumen; sin embargo, dentro del modelo cooperativista o asociativo sí es normal pero cuando son productores independientes de microlotes se ve raro”.

Café verde

¿En qué países de la región es más frecuente?

El productor guatemalteco opina que en Centroamérica es donde más se da este fenómeno. Él argumenta que las deficiencias y los altos niveles de pobreza que se registran en las zonas cafetaleras propician desigualdades, que son aprovechadas por los grandes compradores y exportadores.

El limitado acceso a la información, al crédito, las frágiles economías, la falta de apoyo o la precaria infraestructura vial son problemas que recaen sobre los hombros de los productores pequeños, quienes se ven incapaces de producir un café de alta calidad, exportar de forma directa, desarrollar su propia marca o transportar su café a los cascos urbanos y a mercados locales.

Estas debilidades representan grandes oportunidades para los caficultores de gran tamaño, latifundistas o exportadores, que se adueñan de la materia prima bajo tratos inequitativos y de esta manera obtienen mejores ganancias. 

Omar dice que en la mayoría de países latinoamericanos se repite la historia porque, a diferencia de otras naciones que ponen valor en su agricultura y la tienen tecnificada e industrializada, los caficultores lamentablemente no son empresarios y tampoco tienen la capacidad financiera y el conocimiento para transformar el producto, invertir en tecnología o administrar una finca de la forma más eficiente. 

¿Cómo se benefician o afectan los involucrados?

Este modelo de negocio suele ser atractivo para algunos caficultores porque garantiza una venta en tiempos récord y se reducen los riesgos de que se pierda la cosecha o disminuya su calidad. 

“En Guatemala no se venden pergaminos lavados, como se conoce en otros países, acá se vende en cereza. Recién se corta se pasa a vender y ahí se acabó. Por eso, es una práctica de rápido acceso al efectivo para solventar las situaciones económicas de los caficultores”, afirma el productor. 

En la otra orilla están los compradores, los que resultan más beneficiados en este trato económico porque compran el grano a precios competitivos, rentables y les deja más utilidades una vez se ha transformado. 

De acuerdo con el productor, estas transacciones han abierto una puerta a la monopolización y concentración del grano en algunas regiones. Un ejemplo es la región de Antigua, Guatemala, donde existe un lucrativo monopolio de la compra de café maduro. 

En el 2012, cuando la roya atacó agresivamente a los cafetales, la producción en el país centroamericano tuvo una caída del 60 %. Paradójicamente, en Antigua la cosecha aumentó 40 % debido a que un gran volumen de café fue comprado por fincas de gran tamaño que se ubican en la región y que revenden el café a precios más elevados.

En el pasado, vender cafés provenientes de otras fincas sin revelar su origen no era una práctica condenable teniendo en cuenta que el grano se mezclaba y se tostaba, dando como resultado un café estándar. 

Actualmente, esta práctica no es aceptable, sobre todo en la industria del café especial. El tostador, que tiene gran responsabilidad en el resultado en taza, es el más interesado en conocer la trazabilidad y el origen del fruto. Ahí entra en juego la ética y la transparencia del productor, quien debe dar información veraz sobre la procedencia del producto.

De lo contrario, el resultado puede ser una taza inconsistente, de calidades distintas, que puede acarrear costos para el negocio del torrefactor y pone en tela de juicio el producto que llegará a los clientes finales, quienes cada vez están más informados y capacitados. 

Caficultor en finca

Trazabilidad y calidad: afectadas por esta práctica

Hoy, más que nunca, la trazabilidad es relevante en toda la cadena de valor y depende de la transparencia de todos los actores para que sea un hecho. En esa dinámica, comprar café  a otros productores solo es trazable si se está pagando un precio justo y por ende se informa a los compradores y consumidores que el café que tienen en su poder es procedente de distintas fincas.

El guatemalteco reitera la importancia de ser transparentes a la hora de vender porque eso será determinante en la relación comercial con el cliente. Dependerá de cada productor si cimenta una relación basada en la confianza y veracidad o al contrario, en mentiras, que puede generar una imagen negativa o rupturas inesperadas. 

Una opción que plantea el productor es que en el caso de que se requiera de un volumen extra para completar una cantidad determinada, se conecte directamente al comprador con el caficultor para eliminar la intermediación y darle la oportunidad a más agricultores de concretar negocios con clientes. 

“Para nosotros es más importante tener la reputación que ha tenido la finca a tener más clientes. Tenemos a varios clientes en espera o hemos ayudado a más amigos a exportar”.

La calidad es otro activo que puede verse afectado por esta práctica. El caficultor dice que si el beneficio de la finca que acopia todas las cosechas no está bien tecnificado, indudablemente, afectará la taza. 

Él explica que en su región es común obtener cafés de 86 puntos, que son considerados lotes especiales. Ahora bien, si los beneficios no son adecuados, los cafés pueden perder calidad y calificar 83 y 84 puntos porque “como mezclan todo cuando le quitan la pulpa, del despulpado van verdes y le quitan la calidad. Un grano verde daña 100 maduros”. 

Comprador de café

En la industria moderna, comprar el grano a productores para cumplir con un volumen es un método cuestionable si se hace con fines lucrativos a expensas de las deficiencias, carencias y el desconocimiento de los caficultores. 

Si esta práctica no se lleva a cabo de una forma transparente, no solo tendrá efectos negativos en los pequeños productores, los compradores y consumidores también pueden verse sometidos a engaños y aumentos en sus costos, que pueden deteriorar la confianza y la relación comercial. 

Por eso, se deben repensar nuevas formas de llevar a cabo estas compraventas y que le brinden más oportunidades a los caficultores de pequeña escala para crecer en el negocio.

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Créditos de las fotos: Tatiana Guerrero. 

PDG Español

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