20 de diciembre de 2022

El turismo cafetero: ¿una forma de promover el relevo generacional?

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El café siempre ha transmitido la realidad cultural de sus comunidades productoras, sus costumbres gastronómicas, problemáticas sociales, paisajes y riqueza ambiental. La búsqueda de ingresos diferentes a la venta de café sin dejar de lado su actividad primaria ha sido un gran reto para muchas familias productoras. Sumado a esto, crece la preocupación por el escaso relevo generacional de la industria, lo que implica, en la mayoría de casos, el abandono del campo por parte de los jóvenes. 

Durante los últimos dos años, la producción cafetera ha disminuido drásticamente en el mundo, por eso, se hace necesario asociar industrias como el café y el turismo. En Centroamérica, por ejemplo, los alojamientos turísticos, excluyendo a hoteles, han incrementado un 30 % en 2022 con respecto al año antes del COVID-19

Por su parte, en países como Colombia, el turismo mantiene un aumento sostenido desde la reactivación económica posterior a la pandemia y el Producto Interno Bruto (PIB) por servicios de alojamiento en 2021 incrementó un 59,7 % con respecto al 2020. Asimismo, el crecimiento del PIB turístico de Latinoamérica se calcula que crecerá un 48 % en 2022. 

Para comprender cuál es la capacidad del turismo cafetero para promover el relevo generacional y la sostenibilidad económica de las fincas, hablé con Carolina Jaramillo y Yamary Ardila, dos jóvenes que han encontrado en el turismo un propósito y una oportunidad para transformar la manera en que viven y ven la caficultura. Continúa leyendo para conocer lo que me dijeron.

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Jóvenes involucradas en el turismo cafetero

Un motor económico para los países productores 

El turismo cafetero no es una alternativa reciente en las fincas o zonas cafeteras de la región. Desde el 2011, cuando la UNESCO declaró el Paisaje Cultural Cafetero de Colombia como patrimonio mundial de la humanidad, el turismo ha tomado un lugar importante en la economía de múltiples familias en las áreas cafeteras del país. 

A veces, paradójicamente, al promover el turismo cafetero han desplazado la producción de café a un segundo plano pero, bien gestionada, esta alternativa es una oportunidad para diversificar los productos de café y los procesos. A su vez, es una forma de involucrar a más personas jóvenes en el sector desde actividades por las suelen tener mayor interés. En el caso de las fincas familiares, por ejemplo, es una alternativa para los hijos de los productores que buscan generar un impacto pero sin involucrarse en el proceso productivo. 

Según Carolina Jaramillo, una jóven colombiana que le apuesta al turismo cafetero en su región, su misión es acercar a quienes los visiten a la tierra, “a que conozcan cómo se produce el café y otros alimentos para comprender el esfuerzo que hay detrás de lo que consumen y que a su vez conozcan la realidad y el valor que tiene el campo desde el hacer”.

La imagen del caficultor tradicional es irreemplazable y las transiciones a las que se adapta con el relevo generacional vivifican su imagen de generosidad, pujanza y laboriosidad características. “Un caficultor es una persona sencilla que busca acercarnos de una manera simple y sin términos muy técnicos, desde su experiencia, a lo que es la tierra y la siembra”, dice Carolina. Por eso, rescatar sus conocimientos y experiencia es una de las misiones que tienen los jóvenes al plantear modelos turísticos en el origen.  

Para los visitantes, especialmente para los turistas de países no productores, compartir con los caficultores y sus familias es una experiencia que los ayuda no solo a entender qué hay detrás de cada taza sino a comprender que al exigir trazabilidad como consumidores pueden impactar directamente en la vida de esas personas y comunidades.

Por otra parte, la diversificación de cultivos ha sido una práctica aliada de la sostenibilidad en las fincas cafeteras a lo largo de muchos años. Durante las épocas en que el cultivo no se encuentra en producción, otros productos como el banano, el plátano, el tomate, el frijol, el maíz y las hortalizas han sido la fuente de alimento y sustento económico para muchas familias que basan su economía en la producción de café.

Con eso en mente, Carolina explica que ellos decidieron “incluir un hospedaje dentro de la finca para las personas que quieren amanecer en medio de las cafeteras y tener más contacto con la naturaleza. Asimismo, dispusimos de los plátanos, bananos y otros productos de temporada para que la gente pueda disfrutarlos directamente en la finca y sientan que las plantas se cosechan y van directamente al consumidor sin necesidad de procesos o intermediarios”.

Así, todo el modelo económico de la finca se complementa y es posible ofrecer una experiencia para los visitantes basada en el café pero acompañada de otros factores igual de relevantes, como la gastronomía basada en productos locales. 

Turista en finca cafetera

¿Turismo o caficultura?

Es importante reconocer las cualidades específicas del servicio en turismo y la línea que lo une con la caficultura. Así, es posible fortalecer los objetivos comunes de cada industria y generar un valor que promueva el consumo del café local y que transmita un mensaje por medio de la caficultura.

De esta manera, se abren las puertas para cuestionarnos si el turismo lograría hacer a la finca más rentable que la producción de café y entonces a replantear de qué manera ambos pueden complementarse para aumentar ganancias o para dirigir el enfoque sobre el que se debe trabajar: producción agrícola o turismo.

En el caso de Carolina, la rentabilidad ha sido 50-50. “Anteriormente, teníamos plátano y banano pero hoy en día el manejo es mucho más complejo porque hay más plagas y enfermedades. Por eso, vimos una opción en el turismo sabiendo que el café solamente produce dos cosechas al año y que no son suficientes para subsistir. Con el paso del tiempo se ha potenciado el turismo, sobre todo porque el café es un producto insignia”. 

En el caso de Yamary Ardila, otra joven antioqueña que se enfoca en el turismo cafetero, la rentabilidad de este modelo puede representar hasta un 40 % de sus ingresos en la finca. “Yo decidí ser parte de la industria del café el día que me interesé por probar el café que cultiva mi papá, a partir de ese día mi vida cambió”. 

Ella no considera que el turismo pueda ser más importante que la producción y cree que “ambas cosas son relevantes porque sin producción no hay café y sin café no hay turismo, si se está enfocando en la caficultura”.

Carolina vive el empalme generacional tan motivada que incluso renunció a sus estudios de psicología a causa de su amor al campo. Ella cree que “tenemos que seguir con el café porque sino, ¿qué vamos a enseñar? La idea es que los papás no tengan que sobreesforzarse con la producción de café sino poner todo el empeño y amor para que lo poco o mucho que se produzca sea de buena calidad. Así sea más rentable el turismo, no nos olvidemos de producir café de alta calidad”.

Turismo cafetero

¿Cómo el turismo facilita el relevo generacional y el vínculo de los jóvenes con el campo?

Desde la experiencia de vida de Yamary, “el turismo puede facilitar el relevo generacional ya que motiva a los jóvenes a quedarse en sus fincas sin necesidad de salir a las grandes ciudades buscando un ‘mejor futuro’. Además, el turismo genera contacto con la sociedad, algo que es bastante importante en el gremio del café”.

“En mi caso siempre había soñado con un almacén en el pueblo pero vimos la oportunidad de la finca y el café, por lo que decidimos realizar experiencias cafeteras. Creo que el proyecto de turismo me motivó a seguir con la finca y cultivó mi interés”, dice Carolina.

En consecuencia, ella considera que sí es posible alcanzar el relevo generacional desde estos proyectos porque gracias a ellos puede disfrutar más el café y se ha acercado a personas jóvenes con sus mismos ideales.

Muchas familias cafeteras al tener muy poca tierra deben ir a trabajar en otras fincas o, en los mejores casos, cuentan con cultivos alternativos para conseguir un sustento económico durante las épocas en las que no hay producción de café. Esta es una de las causas por las que muchas personas dejan las fincas: la variabilidad de ingresos y la inestabilidad que puede generar el cultivo de café son preocupaciones comunes en las nuevas generaciones. 

Ahí aparece el turismo como una alternativa más estable y menos dependiente a variables externas. Al mismo tiempo, este modelo motiva a los jóvenes a aprender más sobre café, a interiorizar y reflexionar sobre su cultura para transmitirla a los demás, a aprender nuevos idiomas y buscar una capacitación constante que les permita fortalecer la experiencia que ofrecen. 

Experiencias en el origen

En un mundo cada vez más globalizado y conectado, el café debe ser visto como una red social. Día a día, y a través del turismo, se pueden no solo generar relaciones con los consumidores sino acercar a los jóvenes de países productores que quieren involucrarse en el sector desde otras áreas. 

Aunque el turismo cafetero puede parecer una alternativa difícil de plantear en algunas fincas, hay diferentes opciones que se pueden considerar al pensar en ofrecer una experiencia en el origen. Por eso, los jóvenes y su creatividad resultan indispensables para implementar nuevas formas de ver y vivir el café. 

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Créditos de las fotos: Carolina Jaramillo, Yamary Ardila.

PDG Español

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