6 de febrero de 2023

Café de especialidad en países de origen: ¿muy caro frente a los ingresos de la población?

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Al analizar el valor de un cappuccino regular en distintas ciudades del continente americano se puede apreciar que en países no productores, como Estados Unidos y Canadá, el precio es notablemente más elevado comparado con el valor en países de origen como Brasil, Colombia y México; sin embargo, este dato aislado no muestra qué tan accesible es comprar una taza de café de especialidad en estos países porque no se toma en cuenta otro factor necesario para concretar la transacción: el poder adquisitivo de los consumidores.

De esta manera, más que observar el precio del café en cada país, es necesario prestar atención a la puja entre los ingresos de la población y el precio de venta de una taza de café. En consecuencia, si bien en los países no productores el café de especialidad es más caro, también es más accesible. 

Para entender mejor esta dinámica, hablé con dos especialistas de la cadena productiva del café ubicados en Honduras y México. Sigue leyendo para conocer qué tan accesible es el café de especialidad en los países productores.

Lee también: ¿Qué porcentaje del precio final de una taza de café reciben los productores?

Recolector de café

El precio del café y los ingresos de la población en países productores de América Latina

Benjamín Paz es un productor de café en Honduras y forma parte de un empresa que se dedica al tueste de café. Actualmente, se dedica a la gestión de relaciones comerciales con los compradores y a la producción de café de especialidad.

Él comenta que los precios del café de especialidad en Honduras pueden variar según el tipo de oferta y la región pero que pueden alcanzar un valor de hasta US $15 por taza en el caso de los cafés de Taza de Excelencia.

“Si hablamos del asalariado promedio hondureño, generalmente es un consumidor de café por tradición pero acostumbra a consumir el café que nosotros normalmente hemos dejado para el consumo local, es decir, cafés de menor estándar de calidad, lo que es normal en países productores”.

Para Benjamín, pagar un alto precio por un café en un país productor no es algo imposible pero tampoco es una prioridad del consumidor. Incluso, por un arraigo al consumo tradicional de café comercial, es probable que los consumidores en países productores prefieran este tipo de café a uno de especialidad, no solo por el precio sino por su perfil en taza.

Arturo Hernández Fujigaki es presidente de la Asociación Mexicana de Cafés y Cafeterías de Especialidad (AMCCE) y director general de Etrusca Comercial, una empresa proveedora de café de especialidad.

Él señala que el hecho de que el café de especialidad se vuelva inaccesible genera un mercado reducido y elitista en el que no todos pueden pagar por él. También, aclara que la comercialización en redes es muy fuerte pero que el valor agregado, probablemente, no llega al productor. 

Para Benjamín, el café de especialidad no genera una industria clasista en Honduras sino que expone el potencial que tienen como país productor. Más allá de los granos de elevados precios, existen cafés de buena calidad más accesibles que se adaptan al poder adquisitivo del consumidor promedio.

“Pagamos 20 pesos por una cerveza, podemos pagar 20 pesos por un café”, dice aludiendo a que el poder adquisitivo no es lo único determinante a la hora de analizar el consumo de café de especialidad sino que debemos preguntarnos cuánto estamos dispuestos a pagar por un café y quizás replantearnos esa suma teniendo en cuenta la labor y el esfuerzo que implica producirlo.

Por su parte, Arturo comenta que los lotes más pequeños se venden a un mayor valor en el extranjero y sostiene que muchas veces los productores más reconocidos en el país son los que imponen los precios. Él afirma que el rango de lo que se paga a un productor por el café es muy amplio y asegura que puede haber hasta una diferencia del 100 %.

Preparación de café en cafetería de especialidad

Ventajas y desventajas del mercado interno

En el caso de Honduras, los tostadores locales compran el café verde a un precio más económico que los tostadores en el mercado externo porque se ahorran los gastos asociados a la exportación, logística e importación; sin embargo, Benjamín explica que el problema radica en que los tostadores locales no tienen la liquidez para comprar el café que van a necesitar todo el año y que los productores no tienen la capacidad de contribuir con el financiamiento del mismo.

A su vez, Arturo explica que el consumo interno ha aumentado en los países productores y que esto se suma a la demanda del mercado externo. “El que no haya café suficiente, que haya un mercado naciente de gente que está empezando a pedir una mejor calidad de café te da la apertura de tener un mercado más amplio en la gama de precios y las calidades que puedes ofrecer”.

La desinformación y la falta de constatación sobre la calidad, certificaciones e impacto de los distintos tipos de café disponibles en el mercado hace que fijar un precio sea confuso. En consecuencia, Arturo estima que irá creciendo la exigencia de más información de parte del consumidor final. La demanda de trazabilidad y transparencia podrían lograr una mejor distribución de la ganancia a lo largo de la cadena productiva del café.

“Ha crecido mucho el sector de baristas más profesionales, de tostadores más profesionales y también siento que eso va a hacer que vaya madurando más el mercado”, señala. 

Cerezas de café en maduración

La democratización del café y la realidad de los precios

Arturo asegura que existe una disparidad en el precio pero que no necesariamente guarda relación con la calidad del producto.

Al comparar el costo de elaboración de una taza de café en los países productores y en los países importadores, es claro que en los primeros está principalmente asociado al producto, mientras que en los segundos la mano de obra juega un papel más importante. Esto se debe a que el valor hora del barista o empleado del café es más alto. 

Por otro lado, una taza de café de especialidad promedio puede tener un precio de venta superior al valor de la hora del trabajo del barista en los países productores.

El hecho de que exista el café comercial como una opción más económica suele provocar que muchas personas se inclinen por él ya que no buscan específicamente la calidad en taza, sino simplemente un café que puedan pagar.

Arturo recomienda a los tostadores investigar el mercado para encontrar pequeños productores dispuestos a vender su café a un precio no tan alto como aquel de productores con más renombre. Este apoyo a productores no tan conocidos permite el trabajo en conjunto para el logro de objetivos comunes.

Benjamín cuenta que la industria local en Honduras ha trabajado para hacer estos cafés más accesibles para la población. Muchos productores, al igual que Benjamín, establecen cafeterías, no para generar una ganancia inmediata sino para lograr un impacto positivo en el mercado interno al volver accesibles cafés de alta calidad. Esto genera una revalorización del producto e impulsa la demanda de calidad entre los consumidores locales.

“Esperamos un día no tener la necesidad de importar cafés de otros países que incluso son mucho más caros y no necesariamente igual de buenos”.

Para lograrlo, Benjamín sostiene que es necesario educar al consumidor para poder explicar la calidad, las bondades y el impacto económico positivo que puede generar el café de especialidad en la industria agrícola. 

Además, este reconocimiento de la calidad del producto no debería ser exclusivo de la industria del café. Podemos observar el furor que generan ciertos productos en mercados de países consumidores y lo que la gente está dispuesta a pagar por ellos una vez que tiene acceso a más información sobre su origen.

Retos que debe enfrentar la industria para cambiar esta realidad

Para Arturo el desafío consiste en producir cafés de calidad que no sean excesivamente costosos y que exista una transparencia de la cadena productiva que nos demuestre que los productores reciben un pago justo por su trabajo.

Benjamín señala a la falta de mano de obra y a la inestabilidad económica y política de los países productores como responsables de la desmotivación para producir café y explica que no es suficiente con demandar un pago más alto sino que la calidad debe acompañar al precio de venta de la taza. “Podemos querer mucho al productor y el productor se esforzará bastante pero si es un café de 78 o 77 puntos, muy poca gente va a estar dispuesta a pagar un valor elevado”.

Las diferencias en el consumo de café entre países productores y no productores no se debe únicamente a una realidad económica. La idea que tiene cada individuo sobre lo que es o lo que debería ser un café ha sido forjada a lo largo de los años por su experiencia de consumo y por el mercado generado a su alrededor. 

Las tendencias de consumo tienen el poder de alterar esta percepción a través de la oferta de nuevas experiencias. Estos cambios no se logran de un día para otro y necesitan de cierta constancia para posicionarse en la mente del consumidor; sin embargo, los referentes de la industria en cada país productor pueden usar su influencia para acelerar este proceso

El desafío ahora es acercar el café de especialidad a más personas y evitar que su consumo se concentre en unos pocos.

Saco de café verde colombiano

Aunque es claro que el café de especialidad suele tener costos muy altos para la población de los países productores, es importante considerar que el trabajo que hay detrás de él no se puede comparar con el proceso del café comercial. 

La meta está en alcanzar un equilibrio entre calidad y precio para que su accesibilidad y consumo se pueda extender a un mayor número de personas. 

¿Disfrutaste este artículo? Entonces lee sobre si los productores deben aumentar el precio de su café si los precios suben

Créditos de las fotos: Francisco Aimone. 

PDG Español

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