13 de mayo de 2021

Cómo Costa Rica ha logrado una caficultura ambientalmente sostenible

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La sostenibilidad ambiental es una de las prioridades en la industria del café. El cambio climático amenaza con la reducción de la cantidad de tierra idónea para la producción. Salvaguardar los suelos, la biodiversidad y garantizar la producción de café en el futuro son el objetivo de muchos caficultores, organizaciones, y gobiernos.

Costa Rica es uno de los países productores que más se destacan en materia de sostenibilidad ambiental. Gracias a su legislación y políticas de capacitación, el país trabaja por lograr una caficultura amigable con el medio ambiente, lo cual le ha valido numerosos reconocimientos.

Para conocer más sobre la sostenibilidad de la caficultura costarricense y en qué consisten sus políticas ambientales, conversé con María Lobo del Instituto de Café de Costa Rica (ICAFÈ) y con Ricardo Azofeifa, barista y caficultor. Sigue leyendo para conocer lo que me dijeron. 

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El grano de oro costarricense

Costa Rica cuenta con uno de los climas más apropiados para el cultivo de café, debido a sus suelos fértiles, una temperatura estable y con sesiones de lluvia y calor seco, ideales para el crecimiento del café Arábica.

La historia cuenta que el café llegó a Centroamérica, a principios del siglo XVIII. Las primeras parcelas con plantaciones de café de la región se establecieron en Costa Rica y se atribuyen al Padre Félix Velarde. En las décadas que siguieron, y luego de la proclamación de la independencia, en 1821, distintos gobernantes estimularon el rubro con políticas de concesión de tierras y plantaciones, a quienes estuvieran interesados en el cultivo. 

El mercado de café en Costa Rica creció a gran velocidad. Para mediados del siglo XIX, el país exportaba su propio café a Europa y su producción se hizo aún mayor. Asimismo, y gracias a incentivos del estado nacional en la nueva república, el café progresivamente se convertiría en el producto que ayudaría al desarrollo económico del país.

Haberse convertido en uno de los principales motores de desarrollo económico de la nación, le mereció al café costarricense el nombre de “grano de oro”. Además, Costa Rica se considera uno de los mejores productores de café del mundo y goza de una buena reputación por su calidad.

En la actualidad, las principales regiones cafetaleras de Costa Rica son Brunca, Turrialba, Tres Ríos, Orosi, Tarrazú, los Valles Central y Occidental y la zona de Guanacaste.

A pesar de que en 2020, la emergencia sanitaria COVID-19 afectó gravemente la economía mundial, la industria cafetera costarricense mostró alzas en la producción. ICAFÉ estima que Costa Rica envió a sus principales países consumidores en el primer trimestre del 2020, más del 50% del café producido.  

Xinia Chaves, Directora Ejecutiva de ICAFÉ, dijo en una nota de prensa que, “a la luz de la pandemia y según un informe del Fondo Monetario Internacional, el único mercado en el mundo que se manifestó con tendencia positiva de manera significativa fue el café Arábica, el cual es cosechado al 100% en nuestro país”.

Asimismo, ICAFÉ en su informe de actividad cafetalera del 2020, señaló que su cosecha de café en cerezas aumentó un 14.97% con respecto a la cosecha anterior.

Estos datos reflejan una producción de café en constante aumento. Entonces, ¿cómo se puede lograr de manera ambientalmente sostenible?

¿Qué se necesita para una caficultura sostenible?

La producción de café sostenible implica conservar la naturaleza y garantizar mejores condiciones de vida para las personas que lo cultivan y procesan. La industria cafetera de Costa Rica está llevando a cabo proyectos para preservar el medio ambiente mediante prácticas agrícolas que optimicen el uso de los recursos y generen la menor cantidad posible de desperdicios.

María Lobo es encargada de la Oficina de Proyecto en ICAFÉ. En los últimos tres años, ha estado a cargo de la Trazabilidad y Gestión Ambiental, manejando un proyecto para promover la trazabilidad y sostenibilidad del café en toda la cadena de producción.

Ella me refiere que la producción de café en Costa Rica se ha particularizado por poseer altos estándares de calidad, es innovadora y ambientalmente sostenible. 

“Es muy difícil separar los tres componentes de la sostenibilidad (ambiental, social y económico), porque cada uno depende del alcance de los otros dos, pero considero que es un tema de equilibrio y de entendimiento”, me dice. 

Asimismo, María explica que cuanto mejor se cuide el cafetal, menor es el impacto ambiental y mayores son las medidas de adaptabilidad de las plantaciones al cambio climático. “Nuestro café está viviendo de una manera muy directa los impactos del cambio climático, y debemos trabajar fuertemente en la mitigación y adaptación si queremos tener café en un futuro”, asegura.

“La mayoría de las prácticas ambientales conllevan a un mayor bienestar económico y social, porque implican ahorros y medidas preventivas que pueden llegar a evitar retos mayores en un futuro”, me dice.

María me cuenta que en Costa Rica, existe una legislación establecida en materia ambiental y me dice: “La legislación costarricense es muy completa en cuanto a temas de gestión ambiental, la mayoría de criterios que solicitan las certificaciones voluntarias ya están plasmados en nuestra legislación”.

¿Por qué Costa Rica se distingue en materia ecológica?

Las leyes costarricenses han determinado su modelo de producción. Esto incentiva a las instituciones a involucrarse en el trabajo de las fincas.

María me comenta: “Costa Rica tiene una Ley única en el mundo, la Ley 2762, que asegura transacciones justas entre productores, beneficios y exportadores; y esto nos ha permitido tener un marco institucional que cuida a todo el sector cafetalero y le brinda herramientas, investigación y soporte a toda la cadena”.

Según un artículo del diario La Nación, el 22% del café que se produce en Costa Rica es sostenible y con bajas emisiones de gases de efecto invernadero, gracias a la iniciativa que promueve las Acciones de Mitigación Nacionalmente Apropiadas (NAMA por sus siglas en inglés. Este organismo se fundó gracias a la colaboración del Ministerio de Ambiente y Energía, el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), e ICAFÉ. 

El objetivo de NAMA Café Costa Rica es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar el uso de recursos en los cultivos. “Los NAMA son acciones de mitigación nacionalmente apropiadas, un programa impulsado bajo el marco del desarrollo sostenible impulsado por las Naciones Unidas”, me dice María.

Con este programa, “se han logrado capacitar más de 7.500 productores y se han sembrado más de 75.000 árboles bajo sistemas agroforestales (SAF) y reducido cerca de 2.000 toneladas de CO2”, comenta.

Este tipo de iniciativas fueron importantes “para el cuidado del medio ambiente, pero más importante todavía es la labor que se hace en la educación y capacitación”, señala. Además, indica que el “sector debería estar tomando medidas de mitigación y adaptación a cambio climático porque vemos los beneficios directos que tiene sobre nuestras familias y nuestro entorno”.

Estos proyectos y normativas establecen un estándar para las prácticas agrícolas y de beneficio del café y son un ejemplo de cómo Costa Rica se ha particularizado entre las naciones de Sudamérica, por promover e incentivar en sus políticas de estado, acciones ecológicas adecuadas. 

Incluso, iniciativas como esta han logrado posicionar al país como el único representante latinoamericano entre las mayores 20 naciones protectoras del ambiente según el Índice de Desarrollo Ambiental y Social Laudato Si.

La diferencia entre la producción ambientalmente sostenible el modelo tradicional

Trabajar bajo un modelo sostenible brinda una nueva dinámica en las actividades de la finca y los caficultores costarricenses, han podido percibir las diferencias.

Ricardo Azofeifa es barista y caficultor. Él estableció de cero una finca de 6,5 hectáreas en Brunca, una zona poco conocida en Costa Rica. Además, es exportador de café desde el año 2015.

Él me explica que las diferencias entre un modelo de producción ecológico y uno tradicional, son de tipo técnico, porque todo consiste en “saber qué aplicar, en la justa dosis sin afectar el suelo, el ambiente, la planta, y generando rentabilidad tras cada decisión que se tome en la finca”.

De hecho, Costa Rica tiene líneas guía definidas con respecto a las prácticas en la finca y el beneficio, como el uso limitado de fertilizantes, los cuales no se pueden aplicar por vía aérea y promueve el uso de la pulpa del café como abono orgánico. En 1992, el país firmó un convenio para regular el uso de agua y el manejo de aguas residuales.

Para certificar estas prácticas e informar a los consumidores, el MAG creó el Sello de Café Sostenible, y obtenerlo no tiene ningún costo para el caficultor.

Ricardo me señaló dos fincas costarricenses que usan estos métodos sostenibles, La Hilda Estate y el Beneficio Ecológico Las Lajas.

Asimismo, comenta que en la finca se debe dar más énfasis a una caficultura ecosustentable, o como él lo explica, una “donde exista integración de conceptos como el manejo de la sombra, implementación de materia orgánica, comprensión del impacto que tienen los microorganismos en el suelo”.

De igual manera, se debe tener en cuenta “la nutrición de la planta, aplicación de enmiendas al suelo si es preciso, uso efectivo y puntual de insumos agrícolas como fungicidas basados en evaluaciones técnicas y no por la referencia”, explica.

También, me señala que en el beneficio deben recaer criterios sustentables, como “ocuparse de recolectar fruta desde madura y en el mejor de los casos muy madura”. 

“Esto simplifica procesos y con el uso de unidades de beneficiado cada vez más compactas diseñadas para procesar solo maduro, el uso de agua por ejemplo, se ve reducido hasta en un 90% contra modelos tradicionales”, dice.

Para Ricardo, una caficultura ambientalmente sostenible comienza con la sostenibilidad económica, porque mientras las familias cafetaleras “tengan números azules en cada cosecha, habrá sostenibilidad en todas las demás áreas: la social, la ambiental (…) la económica es la base”.

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“Mayor bienestar económico y social”

Ricardo me indica que la utilidad de este modelo de actividad en las fincas aumenta la capacidad productiva y en la rentabilidad. Además, enfatiza en el bienestar que se genera en las comunidades cafetaleras, porque “motiva a todos los miembros de la familia, genera un sentimiento de pertenencia, genera un sentimiento de satisfacción y sentido lógico de lo que se hace”.

Asimismo, también me dice que “cuando un café es producido con la justa atención de lo nutricional y se tiene conocimiento del beneficiado del café, siempre serán bebidas más balanceadas, intensas y de mayor vida útil en su manejo poscosecha”. 

Con ello, resalta que el grano “no gana humedad excesivamente rápido y evita cambios de sabor, lo que asegura que sus condiciones iniciales sean preservadas por más tiempo”. 

Sin embargo, Ricardo advierte que es necesario que los caficultores dominen conocimientos específicos para lograr una producción de calidad.

María sostiene que, la “mayoría de las prácticas ambientales conllevan a un mayor bienestar económico y social, porque implican ahorros y medidas preventivas que pueden llegar a evitar retos mayores en un futuro” y me dice que realizan “más de 6000 análisis de suelos gratuitos a los (…) productores de café para que puedan fertilizar adecuadamente y evitar excesos que tengan un impacto ambiental y económico”.

Además, señala que “la educación ambiental es esencial para la conservación de los suelos, los cuerpos de agua y el equilibrio de todas las formas de vida que permiten producir un café de calidad”.

¿Qué pueden aprender otros países de este modelo?

La innovación en los procesos puede ayudar a los caficultores en Costa Rica a conservar las áreas adecuadas para el cultivo de café.

Ricardo me señala que “la variabilidad climática nos está enfrentando a veranos más intensos, periodos de lluvia cada vez más violentos e irregulares (en un mes puede llover lo que en tres, o incluso, en una tarde de lluvia intensa, puede que se registren los milímetros, que debió caer en todo un mes), esto el suelo y la planta lo resiente”, dice.

“Por lo tanto, el consumidor, el industrial, en fin, toda persona que lea esto, debe entender que no solo buscamos transformar, lo más importante es que el parque cafetalero no disminuya drásticamente en las próximas dos décadas”.

María comenta que el café de Costa Rica posee una trayectoria importante en el tema del cambio climático, y dentro de su organización mitigan los efectos de este y se adaptan.

“Costa Rica ha puesto prioridad el tema ambiental como un eje transversal en todas las actividades, y si queremos que las futuras generaciones hereden un mundo habitable, los demás países tienen que hacer lo mismo”, señala.

Por ejemplo, en San Martín, Perú, existe un proyecto que investiga modelos agroambientales sostenibles para la caficultura, y en dos regiones cafetaleras de Colombia, se están implementando modelos de producción orientados a preservar los suelos y hacer un uso eficiente de los recursos.

La mayor ventaja de Costa Rica es la creación de un modelo legislativo en el cual intervienen entidades gubernamentales, empresas y ONG para consolidar la producción sostenible.

Aumentar la resiliencia al cambio climático se ha convertido en una prioridad para las comunidades productoras de café. En países como Costa Rica, donde el cultivo del grano desempeña un papel fundamental en la economía nacional, preservar la biodiversidad, el suelo y los recursos es clave para garantizar la continuidad de la producción.

Aunque un modelo legislativo orientado a garantizar las prácticas sostenibles, así como la intervención de varias instituciones y el acceso a las certificaciones puede ser parte de la solución, la sostenibilidad ambiental en las fincas depende en gran medida de la sostenibilidad económica.

Cuando los caficultores pueden cubrir sus costos de producción y garantizar la supervivencia de sus familias, con un buen margen de ganancias, podrán reinvertir en sus fincas e implementar prácticas orientadas a proteger el medio ambiente y los recursos naturales.

¿Disfrutaste este artículo? Conoce cómo enfrentar el cambio climático usando los desechos de la finca.

Crédito de las fotos: ICAFÉ.

PDG Español

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